¿Ya lo tienes todo listo para presentarte a tus oposiciones?
La actividad física se refiere a cualquier movimiento corporal que conlleva un gasto energético, y puede variar desde movimientos cotidianos como caminar, hasta ejercicios más estructurados como deportes y entrenamientos específicos. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la actividad física incluye todas las actividades que involucran movimiento, como el trabajo, el ocio, el transporte o el tiempo libre activo, y está directamente relacionada con la mejora de la salud física y mental (OMS, 2020).
El gasto energético derivado de la actividad física se mide en METs (equivalentes metabólicos), que cuantifican la intensidad de la actividad en función del consumo de oxígeno. Así, la actividad física puede clasificarse en categorías como leve, moderada y vigorosa, dependiendo de la cantidad de METs utilizados. Las actividades moderadas incluyen caminar a paso rápido o realizar tareas domésticas, mientras que las actividades vigorosas comprenden ejercicios de alta intensidad como correr o nadar.
Por otro lado, la actividad física no solo se orienta a mejorar la condición física de las personas, sino también a fomentar su desarrollo integral, atendiendo aspectos cognitivos, emocionales y sociales. Este enfoque es clave para ayudar a las personas a adoptar hábitos de vida saludables desde una edad temprana.
Desde un enfoque educativo, dentro del ámbito escolar, la actividad física se transforma en Educación Física, y es la principal asignatura encargada de promover la actividad física de manera formal. La actividad física en la educación tiene como objetivo desarrollar competencias motoras, inculcar valores como el respeto, el trabajo en equipo, y generar conciencia sobre la importancia de mantener un estilo de vida activo. Estas experiencias permiten que los estudiantes no solo mejoren sus capacidades físicas, sino que también adquieran herramientas para enfrentar el estrés y la presión social y académica, generando un efecto positivo en su bienestar emocional (García-Ferrando & Llopis, 2011)
Por consiguiente, queda demostrado que la actividad física tiene un impacto directo en la salud mental, contribuyendo a la reducción del estrés, la ansiedad y mejorando la autoestima de los estudiantes. La práctica regular de ejercicio físico también es una estrategia efectiva para la prevención de enfermedades crónicas como la obesidad, la diabetes y las afecciones cardiovasculares.
El rol del docente de Educación Física es fundamental en la promoción de la actividad física en el ámbito escolar. No se trata solo de enseñar habilidades motoras, sino de inspirar a los estudiantes a adoptar un estilo de vida activo y saludable. Los profesores deben fomentar el interés en la actividad física a través de actividades divertidas, seguras y variadas que motiven a los estudiantes a seguir participando en ejercicios y deportes fuera del entorno escolar.
Es importante que los docentes también promuevan conocimientos sobre la seguridad en la actividad física, como la importancia de un calentamiento adecuado, la prevención de lesiones y la adopción de hábitos saludables a lo largo de la vida. Al educar a los estudiantes en estos aspectos, se les otorga herramientas que les permitirán mantenerse físicamente activos de forma segura y efectiva durante toda su vida.
Impacto cognitivo y social de la actividad física
Numerosos estudios han indicado que la actividad física tiene un efecto positivo en el rendimiento académico de los estudiantes. El ejercicio regular contribuye a mejorar la concentración, la memoria y las habilidades cognitivas en general, lo que facilita el aprendizaje y la resolución de problemas (García-Ferrando & Llopis, 2011). Este impacto se debe, en parte, a que la actividad física mejora el flujo sanguíneo hacia el cerebro, lo que favorece el desarrollo de las funciones cognitivas.
Desde el punto de vista social, la actividad física también ofrece oportunidades para el desarrollo de habilidades interpersonales. A través de actividades en grupo y deportes, los estudiantes aprenden a comunicarse, a trabajar en equipo y a resolver conflictos, habilidades que son esenciales tanto en su vida escolar como en su vida futura.
Basándonos en todo lo expuesto, la conclusión es que la actividad física es un elemento básico en el desarrollo integral de las personas en general y de los estudiantes, en particular, dentro del sistema educativo. Más allá de sus beneficios para la salud física, también contribuye al bienestar mental, al desarrollo social y a la mejora del rendimiento académico. Los docentes tienen la responsabilidad de crear un entorno inclusivo donde todos los estudiantes puedan participar en actividades físicas y adquirir las habilidades necesarias para llevar una vida activa y saludable.
Referencias
- García-Ferrando, M., & Llopis, R. (2011). La actividad física y el deporte en España: Un enfoque sociológico. CIS.
- Organización Mundial de la Salud (OMS). (2020). Recomendaciones mundiales sobre actividad física para la salud. https://www.who.int